Vivimos tiempos de fusión cultural en los que cohabitan los valores y las emociones de lo antiguo y lo moderno.
La magia está en encontrar el balance idóneo para cada uno, y este espacio diseñado por Luis Escobar, bajo la curadoría de Nicole Prutsky, es testimonio de esta armónica colisión.
Por Julio Pérez-Novoa | Fotos Renzo Rebagliati y Sebastián Aparicio
Desde el primer momento, el ambiente invita a explorar la coexistencia de texturas y épocas.
Un sofá de cuero marrón profundo, fiel a las tradiciones clásicas, se sienta enmarcado por una pared de color azul suave que sostiene una obra de arte contemporánea. A ambos lados, luminarias verticales minimalistas generan un juego de luces que mezcla lo dramático con lo acogedor.

Las mesas de centro en mármol con vetas pronunciadas son un manifiesto de lo natural y lo artesanal, piezas que parecen haber sido extraídas directamente de la tierra y pulidas con una sensibilidad moderna.
Este encuentro entre lo bruto y lo refinado resume el concepto del diseño: capas de sensaciones que desafían las expectativas.

El comedor, una extensión de esta narrativa, está dominado por una mesa de madera maciza rodeada de sillas tapizadas en tonos claros.
Tres impresionantes lámparas cuelgan desde el techo, ofreciendo un toque de teatralidad y glamour. El telón de fondo lo constituye una obra pictórica que representa un caballo en movimiento, símbolo de fuerza y libertad.

Los techos con vigas expuestas y las paredes revestidas con un mix de papeles tapiz y detalles de mármol le otorgan al espacio un aire de contemporaneidad que dialoga con su esencia clásica.
La iluminación, cuidadosamente estudiada, logra crear un ambiente íntimo y elegante, transformando la sala en un escenario para experiencias memorables.

La cocina, con una isla central de mármol ondulado, se presenta como un homenaje a las formas naturales.
El uso de tonos verdes y grises en los gabinetes y superficies recuerda la paleta cromática de un bosque, mientras que los detalles de acero inoxidable y la iluminación integrada traen una funcionalidad moderna. Este espacio no solo es funcional, sino también un deleite para los sentidos.

Uno de los rincones más fascinantes del diseño es el vinero. Con paredes revestidas en papel tapiz de patrones botánicos y una iluminación que resalta cada botella como si fuera una joya, este espacio está concebido para celebrar el arte del coleccionismo y el placer del buen vivir.

Una silla de diseño clásico, ubicada junto a un espejo dorado envejecido, completa este ambiente, invitando a la contemplación.

Finalmente, el baño se convierte en un inesperado santuario de vegetación exuberante. Una pileta tallada en piedra parece emerger del suelo, rodeada de plantas que evocan un entorno selvático.
La experiencia es sensorial: un recordatorio de la conexión profunda y esencial entre la arquitectura, la naturaleza y el bienestar.

“Huellas Naturales” no es solo un espacio; es una narrativa visual y emocional que conecta culturas, épocas y materiales.
Luis Escobar y Nicole Prutsky han logrado transformar una colección de elementos en un todo coherente y cautivador, donde cada rincón invita a la reflexión y la admiración. Este diseño nos recuerda que la belleza está en los detalles y que, en la fusión de lo antiguo con lo moderno, encontramos nuevas formas de interpretar el arte de habitar.

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