En esta propuesta de Karím Chaman Arquitectos para CASACOR Perú 2025, el diseño no se concibe como adorno, sino como una alquimia precisa entre materia, proporción y atmósfera.
Por Julio Pérez-Novoa | Fotos Marcel Suurmond
Cada elemento —desde la geometría de las lámparas escultóricas en movimiento hasta la textura mineral de las mesas— responde a una narrativa sutil pero intencionada. La luz, tratada como materia prima, modela los volúmenes con suavidad, revelando el equilibrio entre lo funcional y lo contemplativo.
El ambiente transita entre lo etéreo y lo táctil. Las curvas de los sofás, la delicadeza de las piezas cerámicas, la transparencia del mobiliario, dialogan en una paleta donde los blancos, los tonos piedra y los acentos metálicos construyen un lenguaje silencioso, casi meditativo.
Al fondo, un salón de tonos más densos articula un contraste preciso: un tributo a la intensidad, al recogimiento, a lo sensorial. El uso del color como gesto emocional, la presencia escultórica del mobiliario y el diseño lumínico orquestan una experiencia inmersiva. Esta transición de atmósferas —del sosiego al misterio— es uno de los logros más sofisticados de la propuesta.
El agua, presente en una fuente mural tallada en travertino peruano, actúa como eco de la naturaleza: acompaña, recordando que el bienestar se cultiva. Este gesto, casi ritual, revela el espíritu del manifiesto del estudio: el diseño como vehículo de transformación, como herramienta para elevar lo cotidiano.
El bar, en tonos terracota, introduce una atmósfera envolvente. La disposición circular del mobiliario propicia el encuentro, mientras que el techo circular —un gesto escultórico y casi lunar— ancla visualmente el espacio y articula su centro de gravedad. La iluminación, meticulosamente suspendida, encuadra.
La cava, por su parte, responde con un lenguaje de precisión técnica y elegancia lúdica. Las botellas, suspendidas como si desafiaran la gravedad, se convierten en módulos de repetición casi coreográfica. La transparencia del carrito y las referencias al mundo del champagne construyen una alegoría sutil al ritual del placer. Aquí, el diseño celebra la pausa, pero también la celebración.
Salud, amor y abundancia no se nombran explícitamente en el espacio. Se sienten. Se insinúan en el ritmo del recorrido, en la nobleza de los materiales, en la manera en que el arte y la arquitectura se integran sin jerarquías.
Un lugar donde el diseño revela lo esencial.
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