Calma e introspección es lo que se percibe en esta terraza. El lugar perfecto para conectar con el entorno natural cercano disfrutando del silencio en un singular oasis verde.
Por Cecilia Valencia | Fotos Renzo Rebagliati
“Mi relación con las plantas es terapéutica, cada vez que las riego y las observo, siento que mi ritmo cardiaco se calma, encuentro paz y puedo conectar conscientemente con el momento presente. Y en esta época es un privilegio encontrar algo que te permita relajar la mente, en especial cuando se trata de un intercambio con seres vivos tan hermosos y puros”.
Con este preámbulo, la arquitecta paisajista Francesca Battilana nos recibe en una terraza con formas orgánicas, manteniendo la privacidad entre plantas sin la necesidad de más muros. Diseñada para disfrutar de los árboles, las aves, el mar y el cielo.
Lo que busca es mezclar la versatilidad de la vegetación y la sensación del atardecer hasta lograr un espacio que a través de arquitectura sensorial (colores, texturas, sonidos y aromas) permita al visitante darle descanso a su mente, disfrutando del presente.
“A través de texturas, fibras y elementos naturales, creamos en balcones y techos una oportunidad de reconexión con el cielo, el mar y su mágico encuentro en el horizonte. Creo que, como arquitectos, tenemos la capacidad de diseñar un moodboard de paleta de colores y texturas. Y como paisajistas también debemos considerar que estos “materiales” son seres vivos que crecen de maneras específicas. Las variables son mayores e impredecibles, y eso es lo que hace interesante el trabajo”, nos comparte la arquitecta.
En esta terraza, los espacios de asiento están divididos y separados para para poder utilizarlos en conjunto, aunque siempre respetando el espacio de cada usuario. Alguna persona tomando el café y leyendo un nuevo libro, mientras que otra trabaja en la esquina opuesta.
“Siempre debemos considerar especies de similar necesidad hídrica y lumínica. Pero, aun así, las que elegimos para CASACOR Perú fueron un experimento visual. Hemos colocado algunas que no se ven en el paisajismo de Lima como la coprosma rosada o el ligustrum. Estas fueron necesarias para lograr la degradación de colores en los arbustos.
Asimismo, nos aventuramos por especies moradas y fucsias como las alternantheras, que funcionan excelente como acentos de color entre los verdes. Si bien, no solemos incluir flores en nuestros diseños, este año pusimos algunas, como la lantana, una especie semiarbustiva de fácil mantenimiento que llama mucho a los polinizadores. Tenemos la terraza siempre llena de abejas y mariposas interesadas” nos explica.
En Lima existe una excelente tendencia a utilizar plantas de bajo consumo hídrico, pero esta debe ser planteada principalmente en parques y espacios públicos, donde el mantenimiento es limitado y el riego depende del agua disponible en cada municipio. En espacios pequeños, como esta terraza, se pueden colocar especies que requieran mayor cuidado porque de la diversidad también depende la flora local y el compromiso con la innovación como arquitectas y paisajistas.
“Tenemos una tarea increíble, y por ahora también incluye enseñar que la arquitectura no está completa sin la vegetación adecuada. Y en esta edición, hemos encontrado un avance exponencial: casi todos los ambientes les dieron un lugar importante a las plantas y somos más en la profesión”, afirma con entusiasmo.
Cada Atardecer es único. Quien lo ve se detiene, se olvida de las prisas y contiene el aliento por unos instantes hasta ver ocultarse el sol.
Esta es la sensación que la paisajista Francesca Battilana de Lima Botánica comparte. Una que nos recuerda que las puestas de sol son mágicas obras de arte cambiantes a cada segundo, pintadas en el lienzo del cielo por los dioses como una terraza y su jardín.
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