En medio del corazón urbano de Lima, una estructura efímera y porosa se alza frente al imponente edificio patrimonial que acoge a CASACOR Perú 2025. Su nombre es Flos Nebula, y aunque sus formas puedan parecer simples, este proyecto encierra una reflexión profunda sobre el presente —y el futuro— de nuestras ciudades.
Por Julio Pérez-Novoa | Fotos Sebastián Aparicio
Concebido por el arquitecto Juan Sebastián Rico y la paisajista Diana Arce para el Grupo UNACEM, patrocinador oficial de esta edición, Flos Nebula no busca impresionar con grandes gestos formales: lo suyo es más silencioso, más esencial. En su centro late una idea poderosa y urgente: la sostenibilidad no es un añadido, es el punto de partida.

El nombre Flos Nebula —“flor de la neblina”— resume con poesía la esencia del proyecto: una metáfora viva de lo que puede florecer incluso en los contextos más áridos. Como las lomas que emergen de la bruma costera limeña, este paisaje urbano propone una nueva forma de ver la ciudad: no como un desierto hostil, sino como un terreno fértil para la esperanza, donde basta una gota de neblina y una semilla para que la vida vuelva a brotar.
Aquí, cada metro cuadrado se convierte en una oportunidad para regenerar. Este paisaje vivo no es decoración: es infraestructura ecológica, diseñada para activar pequeños ecosistemas capaces de resistir, refrescar y conectar. El proyecto partió de unas pocas plantas y hoy alberga decenas de especies de insectos que polinizan, regeneran y demuestran que el ecosistema responde, que está funcionando.

Flos Nebula plantea una pregunta contundente: Qué pasaría si los espacios vacíos de Lima se convirtieran en refugios ecológicos? Si cada uno pudiera ensamblarse como un módulo adaptable dentro del espacio público, capaz de replicarse y expandirse en distintos puntos de la ciudad?

La propuesta toma como inspiración el paisaje de las lomas costeras —tan frágiles como vitales— y lo traslada al espacio urbano con respeto por el clima, la biodiversidad local y la memoria vegetal del territorio.
Su diseño modular permite una implementación ágil y flexible en diversos terrenos, adaptándose a la dinámica cambiante del entorno urbano y ampliando así su potencial transformador.

Las redes suspendidas aluden al tejido social y natural de la ciudad; pero además, cumplen un rol técnico y simbólico: funcionan como conectores entre el recurso hídrico captado por atrapanieblas y el suelo fértil donde la vegetación prospera. Este sistema sencillo pero eficaz demuestra que es posible nutrir la ciudad con agua del aire, regenerando con ella su vitalidad.
Las macetas, dispuestas con aparente informalidad, replican la lógica de un jardín espontáneo; los materiales dejan ver su huella, sin artificios.

Todos los elementos que conforman Flos Nebula han sido elaborados con materiales del Grupo UNACEM, reafirmando su compromiso con el desarrollo sostenible y el diseño con propósito. Desde los pisos de concreto, que dibujan recorridos fluidos entre vegetación y arquitectura, hasta la banca escultórica que emerge como un gesto de contemplación en el paisaje, cada pieza ha sido pensada para integrarse con la naturaleza, resistir el tiempo y dialogar con el espacio urbano de forma respetuosa y duradera.

A través de una curaduría botánica sutil, Flos Nebula invita a imaginar otra Lima: una donde el diseño no solo embellece, sino que cuida, conecta y regenera. Una ciudad donde el arte de habitar vuelve a mirar al suelo y al cielo; donde la neblina, el agua y una simple semilla bastan para comenzar una transformación.
