En la penumbra elegante de un espacio dominado por mármoles intensos, textiles nobles y piezas curatoriales, “Nodo” emerge como una propuesta donde el interiorismo se convierte en vehículo de introspección.
El ambiente, concebido por Nicole Prutsky para CASACOR Perú 2025, es una declaración silenciosa pero firme sobre el poder del diseño para reconfigurar nuestro ecosistema interior.
Por Julio Pérez-Novoa | Fotos Renzo Rebagliati
Más que un espacio decorado, “Nodo” se erige como un manifiesto. Su composición sugiere un retorno a lo esencial, pero sin renunciar al rigor estético. Cortinas de terciopelo en rojo profundo enmarcan las ventanas como telones teatrales, acentuando el dramatismo contenido de un entorno que sabe modular su intensidad.

Las paredes, revestidas en mármol oscuro de veta generosa, anclan la propuesta visual con peso y carácter.

Nicole, con la precisión de una directora de orquesta, articula cada elemento, mobiliario, iluminación, arte y vegetación, en un sistema fluido que invita al recogimiento.
La elección de piezas aportan una carga de sofisticación europea, con siluetas generosas, texturas táctiles y una paleta contenida que apuesta por los contrastes en escala y forma. Nada sobra; todo encuentra su lugar.

El mobiliario tapizado en grafismos tipográficos ofrece un guiño contemporáneo que dialoga con las esculturas clásicas en las estanterías retroiluminadas, generando un contrapunto entre pasado y presente, entre lo racional y lo simbólico. La luz, tamizada y estratégica, refuerza el clima de introspección y pone en valor las cualidades matéricas de cada pieza.

En “Nodo”, el diseño no es un fin, sino un medio para volver a lo esencial: la pausa, la contemplación, el encuentro. Nicole Prutsky propone una nueva gramática del habitar, donde las emociones se traducen en formas, texturas y silencios bien diseñados. Una invitación a volver al centro, allí donde todo vuelve a tomar sentido.