Melodía, ritmo y armonía; voces e instrumentos, en una palabra: música. La arquitecta Andrea RuizCaro nos recibe sin desafinar en este espacio creado para el disfrute musical. Una oda al jazz en una atmósfera exquisita.
Por Cecilia Valencia | Fotos Renzo Rebagliati
“Relax, sosiego, disfrute, queremos que sientan, que se pierdan en la música, que viajen a algún momento especial de sus vidas y que una atmosfera nocturna acogedora los envuelva y agudice sus sentidos.
Todo esto puede suceder en una arquitectura tan deslumbrante como la del Puericultorio, cuando un concepto bien formulado sostiene el equilibrio entre lo clásico y lo moderno para definir la atemporalidad de un espacio”, Andrea RuizCaro nos introduce de esta manera al Salón de Música del Hotel Boutique, uno que nace alrededor de la idea estética del jazz, su género inspirativo.

Para “tocar” las sensaciones que emanan del género, desarrollamos muebles con elementos técnicos melamínicos, que, si bien son muy decorativos, tienen ocultas unas espumas especiales que contribuyen a la calidad de sonido, entre otros elementos. Un must es la puesta en valor del piso original del espacio de casi 100 años de antigüedad.
Las butacas del espacio, tanto del Salón como de los Private Room, se eligieron por dos razones. Una es su escala porque dentro de un espacio de gran altura, el respaldar tenía que ser imponente. Dos, y la más importante, por su forma curva hacia la zona de la cabeza y los oídos, son ideales para que la experiencia musical sea insuperable.

En un proyecto como este ni el azar ni el buen gusto bastan para elegir los colores. Para saber qué tonos aportan paz y tranquilidad, revisamos la psicología del color. El verde de los muros en diferentes tonalidades se eligió en pintura y revestimiento vinílico. El acento de color recae en el negro, presente en varios detalles del espacio que en conjunto con la retroiluminación y los materiales cálidos logran el contraste deseado.
“Esta paleta de colores es la que siento al escuchar jazz. Las notas lúgubres y profundas las destaco en tonos negros, moca y detalles clásicos. Las notas más vibrantes están plasmadas en gamas llenas de vida” -, afirma la arquitecta.

Los cuadros en blanco y negro con algunas de las figuras más emblemáticas del jazz, además de decorar son funcionales. Están impresos en tela, lo que permite que ingrese el sonido y se encuentre con un bastidor con espuma acústica especialmente fabricado para este proyecto.
La iluminación tiene un rol fundamental. Desde un principio, supimos que no queríamos suspender ninguna luz de forma directa. Jugamos mucho con retroiluminaciones y luces en contrapicado para recrear una dramática y cálida escenografía.
“El diseño de los Private Room gira en torno a dos de mis cantantes favoritos: Frank Sinatra y Billie Holiday.


En el Private Sinatra, la música en vinilo comienza a disfrutarse en la comodidad de una butaca VITRA y unos audífonos que permiten sentir ese sonido LoFi clásico que jamás debería perderse.
La cálida elegancia de esta atmósfera se logra con un revestimiento vinílico de pared en color negro y unos tenues visos dorados que aportan textura visual.
En el Private de Billie Holiday, el camino es el mismo, aunque con una imponente butaca BADMINTON que resalta la potencia y armonía de su voz, mientras el tono terracota simboliza su femineidad.

Las primeras notas de “Desafinado”, la canción favorita de Andrea y la creadora de esta Sala de Música, se sienten en la piel, en el carácter de los imponentes instrumentos que definen el espacio y cobran vida con los músicos invitados, bajo la influencia del espíritu de las leyendas del jazz allí presente.

Diseñado para el disfrute, la musicalidad de este espacio se quedará con nosotros para siempre…
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