Pensado para un hombre soltero que ronda los treintas y cuarentas con un gusto muy personal por el arte, la música, la naturaleza y la introspección, que decidió apropiarse de su espacio para hacerlo suyo.

La propuesta posee una atmósfera serena cuya premisa principal es generar una experiencia sensorial que no se vea reducida a nivel visual, sino que los sonidos, aromas y texturas sean también parte de la propuesta. Es así como el Habitáculo Zen se convierte en nuestra interpretación de lo que es “adueñarse de un espacio”. Estar para habitar.