Quince años después de su primera participación en CASACOR Perú —en la emblemática casa Montero Bernales de 2010— la arquitecta Olenka Marquina vuelve con una propuesta profundamente conectada con la tierra, la luz y el silencio.
Esta vez, el contexto es otro: un terreno bañado por la luz del desierto, donde el clima, la textura y la atmósfera demandan una arquitectura que no compita, sino que escuche.
Por Julio Pérez-Novoa | Fotos Renzo Rebagliati
Su espacio, de apenas 35 m², surge como un homenaje sutil a las dunas de Ica. Las formas curvas que delinean el volumen exterior no son decorativas: evocan el movimiento del viento sobre la arena, creando un lenguaje orgánico que se funde con el paisaje sin necesidad de alzar la voz.

Las paredes, ligeramente rugosas, capturan la luz con delicadeza y dibujan sombras suaves que cambian a lo largo del día.

En el interior, la paleta cromática se mantiene serena: tonos arena, maderas claras, textiles neutros y vegetación que asoma con naturalidad. Todo está pensado para inducir una sensación de sosiego.
El espacio se percibe como una sola unidad fluida, donde cocina, sala y dormitorio se articulan sin barreras rígidas, potenciando la conexión con el entorno a través de vanos circulares y celosías que filtran la luz y el viento.

La distribución, compacta pero generosa, demuestra que la funcionalidad no está reñida con la belleza. La cocina, con mobiliario en acabados mate y líneas limpias, se integra sin protagonismos.
El área de descanso se completa con una selección de piezas ligeras, bien proporcionadas, y una curaduría de objetos que hablan de afecto, memoria y sencillez.

Un baño al fondo, resguardado tras un muro calado de bloques artesanales, culmina la propuesta con un guiño a lo tradicional, donde la cerámica y la vegetación generan una atmósfera fresca y luminosa.
Cada detalle, desde el espejo de cuerpo entero apoyado con discreción, hasta la lámpara dorada sobre la mesa de mármol, responde a un equilibrio entre forma, uso y emoción.

Este no es un ejercicio de estilo, es un manifiesto arquitectónico que habla de vivir con menos, pero mejor. De cómo el diseño puede ser tanto abrigo como horizonte.
Con esta propuesta, Olenka Marquina no solo vuelve a CASACOR: nos recuerda, con maestría, que los espacios más pequeños pueden contener los gestos más grandes.